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Javier Romano

Nunca es demasiado tarde para jugar fútbol afgano


Todavía recuerdo mis innumerables excusas para no participar en los partidos de fútbol afgano en La Zahara: «este año no... este año no», «demasiado polvoriento», «demasiado calor», «demasiado brutal», «nunca me ha gustado el fútbol», «ocupado en otra cosa», «charlando con los amigos en la terraza», «uy, me lo pierdo otra vez», etc. Pero de alguna manera conseguí observar que algunas cosas importantes estaban sucediendo «en el campo». Seguramente los espectadores obtenían un insight parcial simplemente por «estar allí», y ellos/nosotros, recabábamos parte del beneficio, pero nada como «estar EN el juego». Me di cuenta de esto una vez que tomé la decisión de entrar en el juego y experimentar directamente de qué se trataba. Pero, para entonces, ya había perdido valiosos años de entrenamiento y, aunque apenas conseguí entender la dinámica básica de ese «ejercicio», los equipos existentes ya habían creado, a lo largo de los años, un fuerte vínculo entre ellos y una comprensión más sutil de lo que realmente ocurría en el campo. Fue estupendo y no hay palabras para resumir la experiencia real manifestándose en múltiples niveles. Fue sin duda una herramienta de enseñanza que funcionó bien y aún lo hace. El que prueba, sabe. «Para distinguir los objetivos reales de los secundarios los Sufíes han dicho: ‘La importancia de algo está en proporción inversa a su atractivo’. Esto es el paralelo de la negligencia con la que la gente no suele reconocer, en el mundo ordinario, los acontecimientos, inventos o descubrimientos importantes. Que esto se aprecia en los asuntos cotidianos lo demuestra quizá la aparición de esta afirmación en un diario londinense: «La importancia de un tema puede juzgarse por la falta de interés en él».

Buscador de la Verdad. Atracción e importancia. I. Shah

Cuando se introdujo por primera vez el Quaternity, otra vez, tuve la tendencia de ignorarlo. Había jugado al Ajedrez brevemente cuando era adolescente pero nunca perseveré y, por lo tanto, perdí el interés en él. Una vez, durante un encuentro, un amigo me llamó para sustituir temporalmente a un jugador en una partida que se jugaba después de la comida bajo la gran carpa. Me mostré reticente y objeté que no sabía jugar, pero el amigo insistió en que no importaba, que sólo era por unos pocos minutos. Fue como una pequeña ‘iniciación’ y desde entonces no he dejado de jugar y aprender. En Daria Nur me apunté a mi primer torneo y recuerdo que me sentía muy inseguro en cuanto a las piezas que debía mover. Un amigo brasileño me susurró por detrás las palabras mágicas: ‘mueve cualquier pieza y ve lo que pasa’. Fue un momento clave. Y ‘VE lo que pasa’, compruébalo por ti mismo, enfréntate a tu miedo e inseguridad, sigue jugando. No importa, y sí que lo hace. «Oro y Empresa» es la historia que tengo presente desde que empecé a aprender y jugar a este juego. Cuando era ‘derrotado’, algo que ocurre la mayoría de las veces, recordarla me animaba a seguir adelante, a comentar con los amigos lo que pasaba en una partida, a ver cómo desarrollaban las suyas. Nos ayudábamos unos a otros y, sobre todo, nos familiarizábamos unos con otros. Como con el fútbol afgano. Una especie de ‘corriente eléctrica’ circulaba entre nosotros y era muy evidente. Ahora me siento probablemente como se sentían los amigos que jugaban al fútbol afgano en aquel momento: ‘¿porqué este instrumento no es utilizado por todos?’ Las cosas -al menos en esta dimensión- no son eternas, y como dijo Agha en relación con ese juego: «hay que coger la pelota y pasarla». Las numerosas excusas inventadas para no utilizar un instrumento puesto a disposición por un maestro reflejan de alguna manera las reacciones de algunas personas en «El Baba Errante», ante la introducción de formas inusuales de enseñanza: «Cuanto antes se vaya este derviche ignorante y ridículo de nuestro barrio, mejor». «Esto es vergonzoso para un hombre de fe, un maestro y un Hakim». «Algunos lo aprobaban; otros estaban profundamente consternados». Pero «...a través del Baba Errante todas estas personas y estas cosas se habían salvado».


Reflexiones. I. Shah







J. Romano 9. 2. 2022























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