Relieve que representa una competición de lucha libre entre atletas, de la necrópolis de Kerameikos, Atenas, Grecia, hacia 510 a.C.
Una pregunta habitual —a veces una queja— de algunas personas reacias a participar en los juegos de Quaternity surge porque parecen no aceptar o comprender que un elemento de «competición» pueda estar presente en una actividad como la nuestra, ya que suponen que competir entre nosotros iría de alguna manera en contra de la armonía que hemos conseguido crear como grupo. Además, como es comprensible, cualquier actividad de tipo competitivo suele despertar emociones primitivas con las que algunos individuos pueden sentirse naturalmente cómodos, mientras que otros prefieren evitarlas a toda costa ya que revelan a menudo un aspecto crudo de la personalidad que aún necesita ser trabajado. La clave consiste en ser capaz de sublimar estas emociones básicas en algo cualitativamente más útil.
Ganar o perder en este contexto es visto por algunos como algo que no debería importarnos, como si ya estuviéramos por encima de tales cosas. Curiosamente, en este juego es muy común perder, o al menos perder es más común que ganar. Pero no se trata de eso.
En primer lugar, si la armonía tiene una buena base —armonía real— entonces nada puede debilitarla y aún menos un juego que tiene tantas capas de significado más allá de lo binario, más allá del ganar y perder. También podría tratarse de una justificación inconsciente basada en el recuerdo de cosas dichas por una figura de autoridad que en el pasado hacía alusión a la necesidad de evitar ciertas tendencias del yo secundario tales como la competitividad entre amigos. Se trata de una sugerencia correcta en el contexto adecuado y, sin duda, debe entenderse y actuarse en consecuencia. El instinto de competitividad —en el contexto equivocado— que surge del yo secundario suele generalmente ser corrosivo y no contribuye a el desarrollo armonioso de una comunidad. El tipo de actitud competitiva que estamos considerando aquí es de otro tipo y surge únicamente de una necesidad de superación personal, en la que el otro jugador o jugadores son un instrumento necesario para que podamos ejercitar nuestras habilidades superándonos a nosotros mismos con la ayuda del otro.
«...En nuestra actividad como individuos o grupos trabajamos para lograr una unidad dentro de nosotros mismos y en situaciones de grupo. Esta unidad de propósito no permite el elemento de la competición. La competición presupone que habrá ganadores y perdedores.
Dentro de una familia puede haber competición en varios niveles mundanos, dentro de un grupo puede haber un cierto trasfondo, un cierto grado de competición también en niveles mundanos».
O.A.S. A aquellos que viajan con propósito. 1989
Se supone que la verdadera ‘lucha’ es sólo con uno mismo, no con los demás.
«…Con algo parecido a este espíritu se llevan a cabo todas las empresas de competición en el deporte, o el montañismo, o incluso en la cultura física, en otras sociedades. La montaña o el desarrollo muscular son las metas fijadas, pero no son el elemento que está siendo transformado por el esfuerzo. Son los medios, no el fin. No es el marco de trabajo lo que resulta alterado por el esfuerzo, sino el propio ser humano.»
I.S. Los Sufíes. Oro y Empresa
Sin embargo, la aparente fricción o conflicto que existe en este juego —que también puede verse como una conversación— podría tener muchas buenas razones para ser introducida deliberadamente en el programa de actividades.
El siguiente extracto parece arrojar algo de luz sobre esta cuestión, que tiene que ver con el tiempo, el lugar y la gente:
«...Para atravesar este caparazón de acumulaciones y fosilización, el segundo maestro tenderá a actuar de una manera diferente, quizá drásticamente diferente, a la del original. Incluso puede parecer opuesto al primer maestro. Esto es para romper los «ídolos» que se han formado a partir de los pensamientos que se dieron originalmente. El uso de las ideas es para formar al hombre, no para apoyar un sistema. Esta es una de las formas en que el Sufismo es 'vivo', y no sólo la perpetuación de ideas y movimientos».
Qalandar Abdur-Rahman Siddiqi. El Misterio Sufí. Encontrar, perder y reencontrar el Camino.
Cosas que eran aplicables en una fase temprana de la enseñanza no tienen por qué serlo ahora. Y tal vez en la visión del segundo maestro hubiera que corregir y realinear algo en las actividades para que se adapten a los tiempos actuales, los cuales exigirían una mayor aptitud perceptiva, de enfoque y de concentración.
La primera parte de este cuento oriental podría aportar un elemento válido a nuestra situación:
«Una reina sabia contemplaba su reino. Estaba satisfecha sabiendo que había dedicado su vida al servicio de su tierra y su gente. El reino había crecido en estabilidad y armonía. Sin embargo, a la Reina le preocupaba que algunos de sus habitantes se hubieran vuelto engreídos. Decidió convocar un concurso competitivo. Daría una bolsa de oro a la persona que pudiera demostrar la cosa más inusual...»
Algunos se habían vuelto engreídos. Esto me recordó un diálogo entre el Maestro Yoda y Obi-Wan en La Guerra de las Galaxias, Episodio II: El ataque de los clones:
Obi-Wan:
«Pero aún tiene mucho que aprender, Maestro. Sus habilidades le han vuelto... arrogante».
Yoda:
«Sí, sí. Es un defecto cada vez más común entre los Jedi. Demasiado seguros de sí mismos se han vuelto. Incluso los más viejos y experimentados».
¿A qué se asocia el engreimiento? Veamos algunas definiciones dadas por el diccionario:
Engreído: creído; inmodesto; satisfecho de sí mismo; orgulloso de sí mismo; presuntuoso; vanidoso; narcisista; soberbio; perezoso; egocéntrico; altivo; etc.
En cierto modo, también resuena con «estar encapsulado»; «mirarse el ombligo»; «no estar bien integrado en la comunidad»; «perder de vista el propósito superior»; «preocuparse por trivialidades»; «actuar y pensar mecánicamente»; «estar demasiado identificado con lo social»; «estar siempre en la “zona de confort”»; «jubilados de la Baraka»; etcétera.
Otro autor explica brillantemente este riesgo latente en el camino:
«El despertar de la ilusión de vuestra realidad es tanto un estado de evolución como una etapa de vulnerabilidad. Justo cuando empezáis a ver el velo que se ha tendido sobre vosotros, podéis caer en un trance más profundo a través de un periodo de lo que podemos llamar «complacencia». Lo que queremos decir aquí es que una vez que vuestras percepciones perciben este cambio, hay una tendencia a relajar el estado de alerta, algo así como recostarse. En este momento hay una vulnerabilidad de caer en una trampa mayor que os está esperando. Ya lo mencionamos anteriormente cuando hablamos de las falsas salidas. En el momento en que creéis que estáis saliendo del juego, estáis entrando de nuevo a través de otra puerta en otra capa. Aquellos que colocan estas «puertas giratorias» en el sistema de realidad están muy atentos a este proceso de «intento de salida» y han colocado muchas trampas falsas para vosotros. Incluso al acercaros al despertar, no hay espacio para la complacencia o la disminución del estado de alerta. Por el contrario, es un momento en el que debéis estar cada vez más atentos.»
KSP. Sé dueño de tu Realidad. C.7
Pero Rumi aplica el correctivo a este desequilibrio dando una perspectiva más amplia:
«Soy el siervo de quien en cada etapa no cree haber alcanzado la meta».
Esa es quizá una de las muchas razones por las que un maestro propone una actividad como Quaternity que, como él mismo dice, es básicamente una actividad para divertirse que debiera considerarse como una serie de juegos, no como un único juego; que posee también un cierto grado de conflicto. Por un lado, proporciona entretenimiento y alegría; por otro, introduce una buena cantidad de retos que estimulan a los practicantes a intentar «ser mejores en el Juego», superando sus propias debilidades y esforzándose por ganar partidas.
«Un torneo es altamente competitivo, y eso no hace falta decirlo. Pero hay que tener en cuenta que hay muchos contextos en los que se puede jugar a Quaternity. Este es uno de ellos. Da la casualidad de que es un torneo, pero también es tan divertido, o más, jugar de forma casual. Si la gente encuentra el juego demasiado competitivo o demasiado estresante o el cronómetro es agobiante —lo cual, como sabes, es un factor— es comprensible porque se trata de un torneo. No es la única forma de jugar. Hay que repetirlo. Y yo iría más lejos. Hablando fuera del contexto de un torneo, en cierto modo veo los juegos de Quaternity y la Cultura de Quaternity como una conversación más que como un conflicto. Obviamente es un juego, por lo que es divertido e implica conflicto, etc., pero lo veo como un tipo de conversación, muy parecida a la conversación que estamos teniendo ahora.»
«Así que, ya sabes, te hace pensar ‘¿qué significa ganar’? Sencillamente, significa que se te permite participar en otros juegos, así que así es como deberíamos ver Quaternity, como una secuencia de juegos».
A. S. 15.8.2021 and 8.5.2021
Hay una escena en una vieja película que me recordó a nuestros juegos, ya sean espontáneos o durante torneos, en la que un ejército romano detiene su marcha y acampa para descansar antes de llegar a la zona donde tendrá lugar una batalla importante. Durante los descansos, los soldados no están ociosos, sino por el contrario muy activos practicando lucha libre para prepararse para lo que les espera. Un observador externo —ignorando que forman un ejército unido— podría deducir que sus combates son reales, sin ver que se trata sólo de una forma de entrenamiento. Quizá ese entrenamiento sea esencial para poder afrontar lo que está por venir.
En una célebre escena de ‘Gladiador’, Máximo convoca a sus compañeros:
«¿Alguno de vosotros ha estado en el ejército?... Sea lo que sea que salga de esas puertas tenemos más posibilidades de sobrevivir si trabajamos juntos. ¿Lo entendéis? Si permanecemos juntos, sobreviviremos».
Y siempre es mejor estar preparados y trabajar juntos.
Así pues, cooperación entre las partes para funcionar mejor en el conjunto y competición en el contexto adecuado para activar y ejercitar y nuestros órganos internos de percepción.
Mosaico de atletas romanas compitiendo en varios deportes en Villa del Casale, Sicilia.
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